Tras el vuelo,  cansado por el desfase horario, eso de "jet lag" no acaba de convencerme, con mi  equipaje en el carrito me coloco resignado en la cola de espera a los taxis. Lo  de las colas me enerva, no entiendo por qué, en esta era tecnológica y moderna,  cada vez hay que hacer más colas para cualquier cosa.
 Bueno, llega mi  turno y se acerca el siguiente vehículo. Coño, tuve suerte, un Mercedes 300. Al  parar delante de mí, el taxista, un jóven vestido con un impecable traje gris y  corbata, abre el maletero y, sin darme tiempo a colaborar, coloca mis maletas en  el coche y cierra la puerta diciendo: "Buenos días, ¿qué tal se encuentra?".  "Bien, gracias", dije, algo atónito por aquella amabilidad tan en desuso  actualmente.
 Me abre la puerta  trasera y me invita a entrar con una sonrisa abierta y sincera, no protocolaria.  "Joder", pensé, "estaré soñando", mientras me acomodaba en los confortables  asientos de cuero negro de aquel impoluto vehículo alemán.
 Yá al volante, me  mira por el ámplio retrovisor y me dice "Usted dirá a dónde le llevo". "A  Mieres, contesté, a la calle Valeriano Miranda, por favor". El "por favor" me  salió algo forzado, forzado por lo inusual del contexto de aquella conversación  en la que predominaba la cortesía y los buenos modos.
 Comienza el viaje,  y suena la música. Bocherini, reconocí, no por mi cultura musical sino porque  aquella pieza formaba parte de la banda sonora de una película, "Master and  Comander", con Russell Crowe. El taxista, mientras conducía exquisitamente suave  zigzagueando sin brusquedad entre el atasco, miró por el retrovisor y me dijo:  "Si lo prefiere tengo música renacentista, u ópera, o instrumental  contemporánea... Usted me dirá". "No, no, está perfecto... de todas formas,  permítame una pregunta...", "Faltaría más", "¿Como un taxista no tiene puesta  una tertulia política o un disco de Camela o similar?, y no me malinterprete, no  pretendo ofenderle ni mucho menos". "No, si no me ofende, usted hace como la  mayoría de clientes, caer en el tópico y la generalización, pero es lógico  viendo uno lo que ve por ahí. No me gusta, como habrá podido comprobar, Camela  ni similares, en música está todo inventado desde los clásicos. En lo que a  las tertulias matinales se refiere creo que no son más que  repeticiones de consignas y titulares dependiendo de la corriente política de la  emisora. Intento no caer en sus burdas redes de manipulación  sectaria."
 Me costó retomar la conversación pue  me hallaba pasmado y boquiabierto cuando le dije "Por supuesto, tiene usted toda  la razón".
 De repente sonó atronador un claxon y un energúmeno,  estirando el pescuezo por la ventanilla de su Seat Toledo, comenzó a soltar  improperios relativos a la madre del taxista, éste, con una sonrisa luminosa, se  dirigió al interfecto: "Usted disculpe pero mi maniobra era correcta, creo no  equivocarme si le digo que el que ha hecho la incorporación de manera incorrecta  ha sido usted. Que tenga un buen día y no se ponga nervioso que es perjudicial".  "Joder, qué tacto con semejante acémila", dije yo. "Es mejor así, a la  agresividad no se la puede contestar con más agresividad. Hay que desviar el  ataque del contrario en vez de forzar el choque, filosofía oriental que se  dice".
 Cuando  llegamos al destino, confieso que el viaje se me hizo demasiado corto, pregunté:  "¿Qué le debo?". Él, tras detener el taxímetro me dijo: "Diecisiete euros con  cincuenta céntimos, por favor". Le dí un billete de veinte y le dije que se  quedara con el cambio. "No, siento incomodarle pero no acepto propinas. Es  cuestión de dignidad, yo realizo un servicio por el cual cobro el precio  estipulado y no preciso gratificación alguna más que la satisfacción del  cliente. Lo de la propina me parece una limosna inaceptable, no obstante se lo  agradezco igualmente pues su intención es buena. Muchas gracias y que descanse".  "Gracias, ha sido un placer".
 He viajado,  mucho, y nunca volví a coincidir con aquel taxi ni con su atípico propietario,  tal vez fuera una ilusión, un sueño, un espejismo, un afán frustrado de vivir  otro mundo posible.
 
1 comentario :
No sé en qué taxista se ha inspirado, pero si sé en cual no lo ha hecho.
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