Julio, el tabernero, es mi amigo. Él lo tiene a gala y yo lo llevo dentro. Julio y un servidor de ustedes empatizamos, que fino me quedó, desde un principio. Y es que pudiera deberse a que tenemos alguna cosa en común. Sin ir mas lejos, ayer mismo, un personajillo arrogante y pendenciero decidió hacer una oferta. Una oferta de hostias en liquidación y los destinatarios primordiales de tanta generosidad resultamos ser el tabernero y yo. Pero lo de las rebajas, ya se sabe, suele ser un timo y todo quedó en eso, en oferta más no en transacción, que para hacer la entrega hay que acercarse y siempre es posible la devolución. Publicidad engañosa al fin y al cabo.
Bueno, nimiedades y anécdotas burdas y prescindibles aparte, les diré que Julio nació en Villasola.
Villasola, pequeña aldea perteneciente a Santullano, fue tierra efímera y paridora de otros genios como mi otro amigo el ganadero de ovino que tiene ovejas con herraduras.
Patria de genios de tanta enjundia debía ser glosada en enciclopedias históricas pero Villasola, al igual que Pompeya o la Atlántida, desapareció del mapa físico y memorial.
No fue un desastre natural el que se llevó la legendaria aldea. No, fue el progreso cruel y la mejora de infraestructuras la que borró del plano del concejo de Mieres esa Arcadia allá por los años noventa.
¿Y qué hay ahora en el solar profanando la historia de la humanidad?. Imagínense, un centro comercial.
Una gran superficie a la cual, según manifiesta "El Colorao", éste surte de verdura a través de una cinta transportadora que va desde su huerta al almacén del "Hiper". Y si uno conoce donde vive el orondo trolero, geográfica y topograficamente la barbaridad goza de total verosimilitud.
En lugar de las cuatro casas que vieron nacer a próceres de la talla de Julio y Tino ahora hay un templo consumista de capital vasco, de los vascos y vascas, de cuyo accionarado siempre han existido ciertas dudas en cuanto a la procedencia de los capitales.
En conclusión, los consultistas, autodeterministas, independentistas, han invadido y asolado Villasola y, no se extrañen de que un día, Julio, Tino y otros oriundos de la aldea perdida, formen una mesa nacional que reivindique sus derechos históricos irrenunciables y reclamen las instalaciones Eroskianas como territorio propio para recuperar su memoria histórica.
Como diría Miguel, el gerente del apeadero, "Mira a ver, Julio, que han puesto un hiper en Villasola".
Bueno, nimiedades y anécdotas burdas y prescindibles aparte, les diré que Julio nació en Villasola.
Villasola, pequeña aldea perteneciente a Santullano, fue tierra efímera y paridora de otros genios como mi otro amigo el ganadero de ovino que tiene ovejas con herraduras.
Patria de genios de tanta enjundia debía ser glosada en enciclopedias históricas pero Villasola, al igual que Pompeya o la Atlántida, desapareció del mapa físico y memorial.
No fue un desastre natural el que se llevó la legendaria aldea. No, fue el progreso cruel y la mejora de infraestructuras la que borró del plano del concejo de Mieres esa Arcadia allá por los años noventa.
¿Y qué hay ahora en el solar profanando la historia de la humanidad?. Imagínense, un centro comercial.
Una gran superficie a la cual, según manifiesta "El Colorao", éste surte de verdura a través de una cinta transportadora que va desde su huerta al almacén del "Hiper". Y si uno conoce donde vive el orondo trolero, geográfica y topograficamente la barbaridad goza de total verosimilitud.
En lugar de las cuatro casas que vieron nacer a próceres de la talla de Julio y Tino ahora hay un templo consumista de capital vasco, de los vascos y vascas, de cuyo accionarado siempre han existido ciertas dudas en cuanto a la procedencia de los capitales.
En conclusión, los consultistas, autodeterministas, independentistas, han invadido y asolado Villasola y, no se extrañen de que un día, Julio, Tino y otros oriundos de la aldea perdida, formen una mesa nacional que reivindique sus derechos históricos irrenunciables y reclamen las instalaciones Eroskianas como territorio propio para recuperar su memoria histórica.
Como diría Miguel, el gerente del apeadero, "Mira a ver, Julio, que han puesto un hiper en Villasola".
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