Corrían los años ochenta cuando fui llamado a filas. Y es que entonces, antes de que la derecha más patriótica acabara de un plumazo con el servicio obligatorio a la Patria, se hacía
Padecí, como todo el mundo, supongo, las arbitrariedades absurdas de analfabetos chusqueros que con un galón dorado se creían poseedores de tu vida y tu honra.
No obstante, a pesar de todo, teniendo entonces ya una ideología izquierdista, todavía en evolución, no tengo mal recuerdo del llamado “secuestro legal”. Aprendí responsabilidad, organización, limpieza doméstica, trámites administrativos, solidaridad, compañerismo, a parte de las otras actividades relacionadas con las armas y el combate, de menor aplicación en la posterior vida civil.
Cierto día, en una de esas, por lo general tediosas, clases teóricas, un sargento, relativamente joven, comenzó la clase preguntando a los asistentes lo que entendían por Patria. Las respuestas, previsibles en su mayoría, hablaban de Nación, País, Estado, Bandera, etc. El citado sargento, tras escuchar atentamente las disertaciones torpes de la soldada, hizo su definición de Patria que a continuación les extracto en lo que creo recordar que lúcidamente dijo:
“La Patria es tu familia, tu casa, tus amigos, tu forma de vida y la de tus vecinos, nuestras libertades, nuestros derechos, es lo que tenemos en común y lo que, cuando alguien lo pone en peligro, hay que defender. La bandera, que materialmente no es más que un trozo de tela de colores, es un símbolo de todo eso y por eso se le homenajea, no es nada sagrado en sí misma, es una representación de lo nuestro.”
Si uno quiere, su barrio puede ser su Patria pero debe tener en cuenta que posiblemente algún vecino se sienta del barrio pero también de la ciudad entera de la que forma parte, y si, en nombre del barrio uno agrede u ofende a la ciudad, estará agrediendo y ofendiendo a su propio vecino que es tan del barrio como uno mismo. Si la ciudad mejora mejorará el barrio y en la plaza mayor se puede sentar uno a conversar con otros vecinos de barrios lejanos, compartiendo diferencias y cosas en común. La ciudad no es nada sin sus barrios o distritos y éstos no son nada sin
Los ciudadanos, con sus diferencias y coincidencias, son patria y no los abanderados ni los que dan sermones de la montaña.
Tras cuarenta años de atroz dictadura excluyente en la que la Patria era una coartada para el crímen, los ciudadanos decidieron refundar la Patria votando una Constitución, con sus grandezas y sus defectos, con sus logros y sus renuncias pero vertebrando un país moderno y libre cuya espina dorsal no es una bandera o un himno sino sus ciudadanos.
Para que vean ustedes que un Servidor puede resultar solemne cuando se pone, o si prefieren, pedantón.
1 comentario :
Me alegra leer esto. Un saludo desde Inglaterra de este gallego con un 12,5% de sangre asturiana (bueno... de Gijon)
Mi blog es este: http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com/
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