Estados Unidos, como  no, está ultimando un nuevo arma revolucionaria. Se trata de una especie de  pantalla, tipo radar, que va montada en un vehículo y lo que hace es emitir  ondas caloríficas contra los "enemigos" que se encuentren frente al radio de  acción del artilugio. Aseguran que el efecto no es nocivo para la salud y lo que  produce es un intenso calor corporal que obliga a huír de la  zona.
 Su mayor aplicación  parece destinada a los problemas del orden público pues el efecto dispersión que  se produce es inmediato. 
 Si funciona, no es  descartable que se importe a Europa para la aplicación policial.  
 Ahora no será  necesario que los aguerridos antidisturbios "calienten" manualmente y de forma  poco elegante a los que alteren la paz pública para dispersarlos. Se les  "calentará" igual pero de forma aséptica a distancia, desapareciendo esas  imágenes tan políticamente incorrectas del policía arreando cual pastor en San  Fermín. Porque hay gente que piensa que el policía está para deshacer las  barricadas a golpe de persuasión y buenas palabras y convencer, al que le lanza  piedras, de que su actitud no está bien y altera la normal  convivencia.
 Cuando haya que  desalojar un piso Okupa (esos chicos de vida alternativa que tanto alegran los  barrios con sus "centros sociales y culturales"), si antes no se les declara "de  utilidad pública" y se les subvenciona, solo habrá que enfocar al edificio y en  breves minutos saldrán todos en fila pidiendo una "Coca-Cola" u otra bebida  menos imperialista y una buena fuente para contaminarla al meter los  pies.
 Hasta ahora, los  profesionales de la guerrilla urbana, se armaban con todo tipo de  "contramedidas" como cascos de moto, ropa acorazada, pasamontañas para evitar  ser identificados, etc., pues bien, cómo contrarrestar el "calefactor represivo"  cuando todas esas prendas lo que harán es sobrar. Supongo que se pasarán al  "naturismo" cuando menos y, en vez de atacar con cócteles molotov lo harán con  hielo industrial.
 Otra ventaja será  que, por primera vez en la historia, se podrá ver a Otegi y sus amiguitos con la  cara colorada detrás de sus hermosas pancartas. Eso sí, el rubor no será de  vergüenza. Para eso habrá que esperar a que los Yankis inventen otro artilugio  más sofisticado.
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