Tengo la gran satisfacción de comunicarles en este acto que, hace unos minutos, he encontrado al "ferraor" de corderos el cual traía cara de satisfacción y alegría infinita. En la mañana de hoy, cuando se personó a practicar sus arduas labores ganaderas y hortícolas en su finca de "San Cabritu", fue recibido, con gran despliegue de algarabía canina, por el desaparecido y dado por cadáver "Chu-Lin". Al parecer el instinto de supervivencia pudo más que el amor y nuestro héroe optó por huir de las llamas con gran dolor de su corazón pues perdió trágicamente al amor de su vida. Tras varios días de depresión, recorriendo desolado y desorientado las localidades cercanas, decidió regresar cual hijo pródigo al sitio donde le dan, sino sexo, sí pan. Ahora viudo, no tardará en rehacer su vida. La jodienda no tiene enmienda pero los amores suicidas son cosa del siglo XIX.
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