Atrapado en la maraña
de parciales titulares confusos,
cual insecto esperando ser devorado
por la araña mediática
que teje sus hilos
en altas instancias.
Cayendo en la demagogia,
arrastrado por la corriente,
comentando lo incomentable
de forma osada y soberbia.
Reflejando con tu espejo,
cóncavo o convexo,
las imágenes repetidas
y desenfocadas
para devolverlas
a tu antojo deformadas
según el efecto producido
en tu particular conciencia
de cada día, de cada hora.
Siguiendo el juego a los atriles
y las columnas,
a las tertulias asalariadas
y a los sermones
en frecuencia modulada.
Esperando la descarga
que provoque la reacción
y soltar lo que envenena
y lo que endulza
y lo que amarga.
Ansiando, a veces,
la crítica o el beneplácito
que demuestre tu existencia.
Tu caprichoso espejismo
de libertad y poder,
en una pobre estadística
de unas decenas de visitas diarias.
Filo de Espada,
bellaco donde los haya,
¿Para qué tu acero?
¿A quién sirves?
¿No quedará todo
en estocadas al aire
o contra pellejos de vino?
¿En descabellada carga
contra inperturbables molinos?.
Inútil ejercicio de vana esgrima
cuando lo que prima es la letal ráfaga,
ráfaga informativa,
irreflexiva inmediatez
vomitando párrafos.
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