A Chávez, la rana de la boca grande, lo de la mirada positiva le deja frío, más que frío congelado pues el caudillo bolivariano, especialista en calentar los ambientes, dice que congela relaciones con España en tanto el Rey no se disculpe.
A estas alturas del partido me da a mí que va a ser que no. Y yo no entiendo mucho de diplomacia pero creo que esas disculpas, que debían haber sido mutuas, pues el exceso real vino provocado por el exceso verborréico del venezolano, debían haberse producido en privado en un "quítame de allá esas pajas" y aquí paz y después gloria.
Pero no, con un referéndum por medio Chávez se convierte, no en el gobernante de un país, sino en el país mismo, y su dignidad es la dignidad de un pueblo entero que él patrimonializa, y si sus gestiones televisadas en Colombia no gustan a los gobernantes de ese país pues también se congela a Uribe. Que Chávez tiene congelador para todos. Porque Chávez es la voz de Venezuela, la única que puede oirse, y quiere ser la voz de Iberoamérica y su napoleónico emperador, con sus generales favoritos, Morales, que copia métodos constitucionalistas, Correa, Ortega, etc. Pero el trono, claro está, sería para él.
Y ahora Trinidad, con mirada positiva por supuesto, va a lidiar con el embajador, a ver qué es eso de la congelación y en qué consiste, que Zapatero no quiere hogueras pero glaciares tampoco, que hay que frenar el cambio climático pero no revertirlo a lo bestia.
Pero así es la peculiar forma de entender las relaciones internacionales del comandante vestido de monosabio. El exabrupto como credencial y creo yo, y como he dicho no tengo ni idea de diplomacia, que hay que mantener las formas, hasta con el enemigo, sin perder autoridad, pues en esto de las relaciones internacionales nunca se sabe.
España, aparte de ser el país de donde salieron las caravelas, es el principal inversor en Chavezlandia, y en el degüello de indígenas seguramente tuvo mucho más que ver algún español, antepasado directo del presidente, que el Borbón, pues los que reinaban entonces eran los Austrias y no ningún Borbón con o sin Bribón.
Puestos a exterminar indígenas seguramente se exterminaron en Iberoamérica muchos más tras obtener las respectivas independencias pues cada vez hay menos, que los conquistadores españoles eran malos, malísimos, pero al menos en la coyunda no tenían reparos en mezclarse con los aborígenes, al contrario que los anglosajones, y Chávez, ¿no será un lodo que vino de aquellos "polvos"?. Y si no quiere empresas españolas que las eche, y que refine él el petróleo en Irán a cambio de Uranio, y que reparta los beneficios con el pueblo que, por lo que se ve, se lee y se oye, ve muy de lejos la bonanza petrolera que se evaporará entre las oligarquías chavistas.
No obstante, una congelación siempre es más sano que el acaloramiento incendiario, así que si Chávez quiere congelación ¿Por qué no se calla?
Porque le es imposible, porque es su forma de intentar atontar al pueblo, y seguirá con sus sermones televisados, retando y ofendiendo a vecinos, imperios, propios y extraños, y sacará su democrática Constitución casi a la par que la de Morales, si no estalla en Bolivia una guerra civil pues los compañeros étnicos del presidente boliviano no están por la labor y no se creen sus métodos democráticos de aprobar proyectos en asambleas monocolor. Porque lo que parecía en un principio un izquierdista jocoso y simpático ha entrado en la escalada del despropósito y no ve freno a sus desmanes.
Y aquí, la derecha, la que recibía caballos de Gadafi, pide casi un desembarco de Infantería de Marina a, lo Perejil pero más cargado de bombo, que con Rajoy "es posible", asesorado por Aznar y con la inestimable colaboración del tejano.
Por otro lado la izquierda, la políticamente correcta, la castrista de camiseta, dirá que Chávez tiene razón, que es un presidente democrático y que se le ha ofendido y que el Jefe del Estado no tiene más que arrodillarse y rendir pleitesía al agraviado bolivariano, en su nombre y en nombre del imperialismo hispánico, purgando los pecados por los que yá se pidió perdón en el 92.
Y es que, como ya dije, tanto a izquierdas como derechas, laicas o confesionales, les encantan los sacramentos y las penitencias.
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