Sin perdón vivo,
me amputaron el perdón.
La sangre de los justos salpicó mi rostro,
tengo el alma coagulada
y ya no perdono.
No veréis mi otra mejilla.
Apretado y presto tengo el puño.
Ni doy no pido absolución,
que yo no absuelvo,
que yo vivo sin perdón.
me amputaron el perdón.
La sangre de los justos salpicó mi rostro,
tengo el alma coagulada
y ya no perdono.
No veréis mi otra mejilla.
Apretado y presto tengo el puño.
Ni doy no pido absolución,
que yo no absuelvo,
que yo vivo sin perdón.
3 comentarios :
Creo saber de lo que hablas, sólo lo creo. El negar el perdón es una forma de resistir, de no darse por vencido.
Sólo una pregunta,querido caballero, ¿cómo se vive así?
El Perdón puede ser hipócrita. El ofendido no tiene por qué ser clemente. No creo en lo de poner la otra mejilla. Vivir se vive igual. Lo intolerable no hay por qué tolerarlo.
El perdón suele ser falso, cierto.
El Talmud dice: "Aquel que sea piadoso con el injusto, será cruel con el misericordioso"
Pero creo que yo no me refería a las leyes, ni a la justicia; sino a las sombras con las que nos obligamos a vivir.
Sé cómo duele...
Publicar un comentario